Mi duelo

A casi dos meses de la muerte de mi padre, mi corazón sigue en agonía, en estos casos uno busca la manera de entender que carajos está pasando, por que, aun sabiendo que la muerte es algo que todo ser vivo debe enfrentar tarde o temprano, nos sentimos increíblemente devastados ante este evento.

Buscando una forma de calmar mis ataques de ansiedad, que cada vez son más frecuentes, mi desesperante miedo de que suceda de nuevo, tratar de entender mi dolor, mi tristeza, mi sentimiento de ausencia y mil millones de emociones que me torturan cada día me puse a leer.

Encontré que en un duelo hay mínimo 5 etapas, ciertamente así es, solo que habría que decir que no van por orden como pareciera al enumerarlas, sino una mezcla enloquecedora que nos desestabiliza, que pareciera que estamos viéndonos desde fuera de nuestro propio cuerpo y a esa persona que vemos, es irreconocible.

Negación, Ira, negociación, depresión y aceptación.

En mi caso creo que la ira fue primero, cuando mi padre luchaba por su vida, tenía enojo por estar aquí y no allá y ese enojo, mezclado con la culpa de no estar allá y estar aquí, enojo por no obligar a mi padre a cuidar más su salud, claro esta que no era un niño, pero debí insistir, es más debí llevarlo y luego se me desmorona todo cuando me doy cuenta de que ni con grúa hubiera podido hacerlo, porque él jamás se quejaba de nada, la negación, sin duda, creo es la etapa más marcada, pues sucede cuando nos enteramos de que la persona ya se fue, nunca sentí algo tan doloroso en mi vida y simplemente mi cuerpo se desconectó del cerebro y la realidad parecía irreal, solo quienes hayan pasado por eso entenderán las incoherencias que escribo, la depresión no es algo sorprendente, ¿como no deprimirse con la perdida de la persona que es tu soporte, tú guía, tu apoyo, tu risa, tu fortaleza?, aceptación, aún no llega, no sé si llegara algún día, creo que no, creo que caminaré por el resto de mis días sin aceptar que se fue, que no podre abrazarlo de nuevo, que no escucharé su voz otra vez, ya no hay bromas ni consejos, ni lo veré reír ni me llevara al aeropuerto y me hará desayuno.

No hay consuelo, no sé cómo explicar que sé que lo natural es la muerte, que ya no hay dolor para él, ni preocupaciones, nada, que él está bien, pero en mi egoísmo no puedo dejar de desear que el aun estuviera aquí, no lloro por él, lloro por mí, porque sin él soy diferente, estoy incompleta y me cuesta respirar, me cuesta sonreír y comer y dormir y pensar y cantar y sentir y evitar que se me humedezcan los ojos, el hambre se me fue, el sueño se escapó, las ganas de abrir los ojos, de hacer las cosas cotidianas, todo es insípido y, sin embargo, sé que debo seguir, intentar al menos, pero es increíblemente difícil.

El duelo es distinto en todos, cada quien lo vive de manera diferente, cada quien se aferra a algo, a un Dios, Ala, Buda, el monstruo del espaguetti, volador, la tortuga, no lo sé, pero hay que levantarse cada día y echar a andar, reír un poco aunque al reír se escapen algunas lágrimas.

Y la muerte nos enseña el valor verdadero de las cosas, la importancia de un te amo, de un abrazo, de la compañía de las personas que amamos y apreciamos, el sentir lo efímeros que somos, la realidad de nuestra mortalidad, lo importante que es sentir y lo que no importa, lo material es solo un medio para estar cómodos, da igual si es de marca o no, un abrigo te protege del frío, un calzado protege tus pies y una casa evita que duermas a la intemperie, el dinero te provee de lo necesario para lo indispensable, pero la vida te da la capacidad de sentir, de disfrutar eso que no se puede comprar, respirar el aire fresco de la mañana, el color de la naturaleza, la calidez de un abrazo.

Un duelo no tiene fin, no mientras sigas vivo, pero te abre los sentidos y los recuerdos vienen y te hacen sonreír en una mezcla agridulce, mi duelo empezó un 17 de febrero y terminara el día de mi muerte…

No tengo los derechos del video y de la musica

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